miércoles, 27 de mayo de 2009

SI YO ESTUVIERA CANSADO

Rafael Alberti vivió muchos años en Argentina, aquí tenía uno de sus “refugios vitales”.

En este país, Alberti era intensamente querido y recordado. Su presencia dejó honda huella en la vida cultural de Buenos Aires, como comentaba el poeta, y de este modo, la posible edición de “El viento que viene y va” le animó de nuevo a cruzar el charco de nuevo.

La colaboración que surgió entre el popular cantante argentino Enrique Llopis y Rafael Alberti llevó a un entendimiento que fluyó entre ambos de forma natural, tan espontánea y mágica como queda reflejada en la belleza de esta grabación.

Enrique Llopis compuso una bellísima música para varios de los poemas de “Baladas y Canciones del Paraná” de Rafael Alberti, escritos durante su estancia en Argentina. Enrique Llopis le da un toque de sensibilidad que encaja maravillosamente con los versos del gaditano. Esta unión se ve además aderezada por la emoción de volver a escuchar la personalísima voz de Alberti recitando sus escritos.

“El inmenso río que da título al libro, sus barrancas verdes, sus caballos que parecían bordar el campo, el bañado, las iguanas... Todo ello, junto a la inmensa añoranza de España que me inundaba, dan vida a unos versos de una asombrosa sencillez que hoy, al escucharlos musicados, parecen adquirir su auténtica significación (Rafael Alberti, La arboleda perdida).

El viento que viene y va… en las voces del poeta y del cantor, es uno de los mejores “gustitos pa’ mis orejas” y caricias para dilatar el corazón, un trabajo impecable... de esos para compartir con amigos.



Si yo estuviera cansado,
río grande, de la vida,
¿que no haría por perderme
por tus islas?
¿que no haría por perderme
por tus islas?

Sé de las islas del mar,
pero no sé de tus islas.
Las tuyas tienen caballos,
niñas azules las mías.
Las tuyas tienen caballos,
niñas azules las mías.

Dame un caballito overo
por una niña.
Dame un caballito overo
por una niña.

Si yo estuviera cansado,
río grande, de la vida,
¿que no haría por perderme
por tus islas?
¿que no haría por perderme
por tus islas?

La eternidad bien pudiera
ser un río solamente,
ser un caballo olvidado
y el zureo de una paloma perdida.

En cuanto el hombre se aleja
de los hombres, viene el viento
que ya le dice otras cosas,
abriéndole los oídos
y los ojos a otras cosas.

Hoy me alejé de los hombres,
y solo, en esta barranca,
me puse a mirar el río
y vi tan sólo un caballo
y escuché tan solamente
el zureo de una paloma perdida.

Y el viento se acercó entonces,
como quien va de pasada,
y me dijo:
La eternidad bien pudiera
ser un río solamente,
ser un caballo olvidado
y el zureo de una paloma perdida.


Si yo estuviera cansado,
río, tú me lo darías,
sé que tú me lo darías.
Si yo estuviera cansado,
río grande, de la vida,
¿que no haría por perderme por tus islas?
¿que no haría por perderme por tus islas?

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